"... he sentido síntomas
muy inquietantes causados por el solo acto de escribir, y la histeria iba a
comenzar a perturbar mi palabra" (65).
"... los codos en la
mesa, para mirar fijamente el insigne papel blanco de nuestra alma, bajo una
lámpara ... una mesa, la tinta y las plumas como accesorios, papel, también un
lecho blanco para los momentos en que no se sueña de pie, ni en la
silla" (87).
“Escribir-
El tintero, cristal como una
conciencia, con su gota, en el fondo, de tinieblas relativa a lo que sea:
después, aparta la lámpara:
Observaste: no se escribe,
luminosamente, sobre campo oscuro, el alfabeto de los astros, solo, así se
indica, esbozado o interrumpido; el hombre prosigue negro sobre blanco.
Ese pliegue de lóbrego encaje,
que retiene lo infinito, tejido por mil, cada uno según el hilo o
prolongamiento (ignorado su secreto), reúne almocárabes distantes donde duerme
el lujo por inventariar, estriga, nudo, follajes y presentar” (121).
(Mallarmé, Stéphane.
Fragmentos sobre el libro. Murcia: Colegio Oficial de Aparejadores y
Arquitectos Técnicos de la Región de Murcia, 2002).
Imágenes:
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